La repentina interrupción del riego sanguíneo en una parte del cerebro puede ser letal al ocasionar una rápida destrucción de las neuronas. Por eso, según advierte el doctor Jesús Galán de la Calle, especialista en Medicina Física y Rehabilitación del Hospital San Juan de Dios de León, “el tiempo es cerebro”. No en vano, cada hora que pasa desde que la persona sufre un ictus equivale a un envejecimiento cerebral de cuatro años. Así, una intervención temprana es fundamental para mejorar el pronóstico de unos pacientes que, en dos terceras partes de los casos, presentan secuelas.
Los accidentes cerebrovasculares son la tercera causa de mortalidad, la primera de invalidez permanente y la segunda de demencia. La Sociedad Española de Neurología (SEN) estima que solo un 50% de la población española sabe reconocer los síntomas de esta enfermedad y que el porcentaje de población que sabe que ante cualquiera de ellos se debe llamar a Emergencias 112, es aún menor.
La F (face - cara) puede ser una señal de alarma cuando vemos una asimetría facial o una desviación de la comisura de los labios
En el marco del Día Mundial del Ictus, que se celebra este 29 de octubre, el doctor Galán de la Calle señala el F.A.S.T como un método útil para detectar a tiempo el ictus y disminuir considerablemente su impacto sobre la calidad de vida de la persona afectada. “La F (face - cara) puede ser una señal de alarma cuando vemos una asimetría facial o una desviación de la comisura de los labios”, explica antes de pasar a una A (arms - brazos) que pone el acento en la pérdida brusca de fuerza o sensibilidad en una parte del cuerpo. “La S (speech –lenguaje) se refiere a los problemas del habla y el entendimiento y, por último, la T (time - tiempo) alude a esa importancia de actuar rápido”, según apostilla.
No obstante, el especialista no deja pasar por alto otras pistas que alertan de un posible episodio de estas características. “Entre ellas están las alteraciones repentinas en la visión; la dificultad repentina para caminar, mareos, pérdida de equilibrio o de la coordinación; y el dolor de cabeza muy fuerte sin causa aparente”, según pone de relieve.
Objetivo: recuperar la autonomía perdida
El doctor Galán de la Calle, que recuerda que “en un 80% de los casos el ictus se produce por la presencia de un tapón o coágulo (isquémico) frente a un 20% que se genera por la rotura de un vaso (hemorrágico)”, incide en la importancia de la neurorrehabilitación para recuperar la autonomía perdida.
En un 80% de los casos el ictus se produce por la presencia de un tapón o coágulo (isquémico) frente a un 20% que se genera por la rotura de un vaso (hemorrágico)
“Nuestro trabajo se centra principalmente en optimizar las funciones motoras y cognitivas deficitarias aprovechando al máximo la capacidad adaptativa neuronal de establecer cambios a nivel celular y nuevas conexiones sinápticas”, apunta desde un servicio de Rehabilitación con nueve fisioterapeutas y dos médicos rehabilitadores que entre enero y septiembre de 2024 ha atendido a 96 afectados (152 en el conjunto de 2023) por un accidente cerebrovascular derivados del Complejo Asistencial Universitario de León (CAULE) que han permanecido en el centro una media de 30,69 días.
Unos hábitos de vida mejorables
La incidencia de esta enfermedad va en aumento, en paralelo al envejecimiento de la población y a unos hábitos de vida mejorables, según constata la Sociedad Española de Neurología (SEN). Por ejemplo, los principales factores de riesgo, como son la hipertensión arterial, el colesterol alto y la diabetes, pueden controlarse. Y está en nuestra mano evitar otros como el tabaquismo, el sedentarismo, la mala alimentación, el sobrepeso o la obesidad, el alcoholismo o el consumo de drogas. “El ejercicio regular, más o menos intenso, según cada caso, es esencial”, defiende el experto en una llamada a la prevención como la herramienta más eficaz contra el ictus.
Quienes sufren un ictus, cerca de 90.000 personas cada año en España, tienen que aprender a vivir con él, buscar estrategias para manejarse mejor en su día a día. “Los programas de neurorrehabilitación deben ser personalizados e implican un trabajo multidisciplinar entrando en juego el médico rehabilitador y los profesionales de Fisioterapia, Logopedida, Terapia ocupacional y Psicología fundamentalmente”, explica el doctor Galán de la Calle sobre un proceso de recuperación que requiere de la colaboración y el aprendizaje de la familia. “El papel que desempeña es clave porque, tanto durante la estancia hospitalaria como posteriormente en su domicilio o residencia, va a ser su principal soporte”, concluye.